Ir al contenido principal

EL CONTADOR DE DÍAS

 




Comencé este blog cuando me diagnosticaron un problema cardíaco. Esa fue la primera clave intelectual de que mi cupo de días ya no era tan amplio como antes. Digo "intelectual" porque, en el terreno práctico, ninguna cosa cambió demasiado: mis rutinas sólo se vieron alteradas por la introducción de los medicamentos a horas fijadas, los controles periódicos y poco más.

En el momento de nacer, nuestro contador vital se pone en marcha. Con un poco de suerte, tenemos por delante 30.000 días -unos 85 años- que, al principio, van transcurriendo lentamente, casi de manera monótona pero, luego, uno se da cuenta de que el ritmo se acelera y, más adelante, parece que empezamos a deslizarnos por una pendiente sin retorno.

Y mi contador ya marca más de 25.500 días por lo que, estadísticamente, parece que mi pendiente vital se va haciendo más pronunciada. Y el cálculo consiguiente -junto con otras señales vitales concretas- ya empieza a darme nuevos avisos más "vivenciales" que meramente intelectuales de la brevedad de mi futuro.

Es como si mi mente empezara a formularse una pregunta hasta ahora silenciada: "Pero, ¿qué quieres hacer realmente con lo que te queda de vida?

Es la misma pregunta que me hice en el momento de la jubilación. Sólo que, en aquel momento, me la formulé también de manera intelectual, no vivencial, por lo que las respuestas fueron más bien banales: Empezar a estudiar un nuevo idioma, dedicarme a la fotografía, a la pintura, ver series de televisión...

..."Matar el tiempo". 

Pero el contador seguía adelante con su ritmo inexorable.

Y mi crítico interno, insatisfecho sin duda, con el balance parcial de mi pobre biografía insistía en su pregunta:

Pero, todo eso, ¿te enriquece o más bien te anula?

Y hube de reconocer que tanta actividad era, más bien, una excusa para no pensar.

Para no pensar en el paso del tiempo que se agota.

Para no pensar en lo que no se ha conseguido y para lo que ya no queda tiempo de lograr.

Para no pensar en lo que todavía se podría hacer si estableciera un orden para mis prioridades personales según mis propios criterios en vez de hacerlo en función de lo que pienso que los demás esperan de mí.

Y hube de darle las gracias a mi crítico interno por su molesta insistencia. Y a mi contador de tiempo por ponerme cara a cara frente al inevitable final. Y a los restos de mi viejo "yo" por conservar aún redaños suficientes para emprender algo que pudiera dar un cierto contenido a mi -hasta el momento- insatisfactoria biografía.

Aseguraba Viktor Frankl, el creador de la Logoterapia que había tres maneras de dar sentido a la vida: a través de la "misión vital", mediante el amor y con la actitud de aceptación frente a lo inevitable. 

A través de estas notas que proyecto ir plasmando en mi blog pretendo añadir algo a la misión vital que me marqué hace años como psicólogo y que siento que todavía no he logrado completar. Ahora que no tengo nada que "vender" ni necesito adscribirme a ninguna "escuela" concreta podré expresar con total libertad mi visión de la "psicología de la liberación" que siempre he añorado  desarrollar.

En cuanto al amor, estoy decidido a exponer mis ideas en este blog como una ayuda desinteresada a quien pueda sacarles partido, con el deseo de ser útil (aunque, tal vez, no siempre "fácil") a quien pueda necesitar un consejo, una indicación, una palabra de aliento.

Y respecto a la aceptación, siendo consciente de mis limitaciones, me comprometo a una continuidad razonable, a la coherencia con mis creencias y a la revisión de los puntos en los que reconozca que haya podido equivocarme en el pasado.

Y, ahora, si te parece bien, déjame que te pregunte:

¿Eres consciente de tu propio contador vital?

¿Cuántos días has desperdiciado? ¿Cuántos estás dispuesto a recuperar?

¿Tienes un proyecto vital apasionante: desarrollar una carrera profesional, entregarte a una tarea, a un proyecto, comprometerte con la gente, hacer que, de alguna manera, se note tu paso por la vida?

¿Cómo plasmas en tu vida diaria tu amor por los demás? ¿Qué pequeños favores, qué tareas fastidiosas llevas a cabo para hacer más fácil la vida de los que te rodean? ¿Piensas en los demás cuando conduces tu coche, cuando entras en un lugar abarrotado de gente... buscas la manera de facilitarle la vida a las otras personas?

¿Con qué actitud de aceptación te enfrentas a los contratiempos? ¿Procuras conservar la calma, tratas de no desesperarte, evitas las quejas...?

Sí. Te estoy hablando de psicología. Piensa que los estados neuróticos no son otra cosa que un reduccionismo al pequeño terruño del YO. No es posible sentirse neurótico (deprimido, ansioso, obsesionado) cuando nos centramos en una tarea, en otra persona, en un proyecto.

Por otra parte, en palabras de David K. Reynolds, "cada situación, cada momento, brinda una oportunidad de desarrollo del propio carácter".

Incluso en el último paso del contador vital




Comentarios

Entradas populares de este blog

TE VAS HACIENDO MAYOR (aunque no lo quieras ver)

  En realidad, envejecemos desde que nacemos. Desde la primera bocanada de aire.  ¿Ese aire "puro, vivificante", al que siempre se recurre para las sesiones de meditación y relajación?  Sí, ese, ese mismo. Ese aire pleno de oxígeno que nos oxida lentamente. Pero el aire nos infunde vida... Y nos acerca a la muerte, que también forma parte de la naturaleza. ¿O es que no has oído hablar del YIN y el YANG, el principio de la eterna transformación por el que se rige el universo? Nada existe sin su complemento, que está dentro de sí mismo. Nada existe en estado de quietud. Me dejas de piedra. Las piedras tal vez sean los objetos materiales que cambian más lentamente. Pero en ellas también se cumplen las leyes del YIN y el YANG. ¿De dónde crees que procede la fina arena de las playas? ¿Y la sal diluida en el agua del mar? Entonces, no me queda más remedio que aceptar que me voy haciendo viejo... Es una manera de verlo. Pero yo te invitaría a que, mejor que "aceptarlo", ap

SELFIE O AUTORETRATO AL ÓLEO?

     París, preparándose para las olimpiadas de 2024: Obras, andamios, redes protectoras, polvo... Imposible acercarse a Nôtre Dame: las obras van a toda marcha para que pueda volver a lucir su nueva aguja para los juegos olímpicos. No importa; nos hacemos un selfi para justificar que hemos estado allí, y a otra cosa.      A lo lejos, la torre Eiffel. No hay tiempo para acercarse a ella ni -mucho menos- para subir a contemplar el paisaje desde lo alto. Es igual; un selfi con la torre al fondo dará fe de que hemos cumplido con el ritual de posar delante del monumento.      ¿Para qué vamos a explicar el selfi del Sacré-Coeur, el de los bouquinistes, el de Montmartre o el de los demás lugares emblemáticos de París? (Respecto al Louvre, ya ni soñamos con entrar: demasiado larga la espera; demasiado tiempo la visita; un selfi delante de la pirámide de cristal, y a otra cosa).       Hemos "visto" París; pero no hemos "vivido" París. Nos hemos hecho el selfi delante  de la

ALGORITMO PARANOIDE DE PRIVACIDAD

  No era altruismo ni ayuda desinteresada. La verdad es que siempre me había escamado un poco todo ese aluvión de servicios gratuitos que “La Red” parecía estar “regalándome” para facilitarme la vida. Al principio, fueron pequeños detalles que podían parecer coincidencias oportunas -demasiado oportunas, ciertamente- respecto a la satisfacción de mis demandas: Cuando yo buscaba información sobre un libro en Internet, inmediatamente empezaban a aparecer anuncios de libros relacionados con la temática o el autor de mi interés, lo que, en principio, me sorprendía y hasta me hacía gracia. Pronto, la pauta se extendió a todo tipo de artículos, productos o servicios, desde cremas de afeitar hasta vehículos nuevos o de segunda mano, pasando por especialistas en medicina o arreglos caseros. Más tarde, cuando instalé en mi teléfono móvil una aplicación para monitorizar mis paseos cotidianos con el fin de mantenerme en forma, me encontré con todo tipo de informes sobre kilómetros recorridos, tiem