Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2013
El aplauso Cada día la rutina de siempre: madrugón cotidiano para encontrarse a los mismos ceñudos compañeros de viaje en la destartalada furgoneta, parada en la céntrica plaza para recoger el lote de folletos publicitarios que, a cada cual en su esquina, le correspondía repartir a los apresurados viandantes que, cada mañana, tratarían de ignorar su presencia para eludir el engorro de  ocupar las manos con aquellos papelotes que, de mala manera, habrían de terminar, estrujados, en la papelera más próxima. A él le hubiera gustado llegar a desarrollar otro tipo de rutina más apasionante como la que suponía que debían tener los futbolistas que tanto admiraba o los médicos que le atendían con tanta eficacia cuando sufría alguno de sus ataques epilépticos. Sí, lo mejor de los goles y de salvar vidas eran los aplausos de la hinchada o el aplauso silencioso y reverente del reconocimiento social. En su caso, su torpeza de movimientos no sólo constituía el factor que le habría impedid