Remata
2020. “Annus horribilis” de pandemia, restricciones y confinamiento. A la hora
de hacer un balance, puede parecer que no hay nada que contabilizar en nuestro
HABER, que todo han sido pérdidas y quebrantos.
Sin
embargo, pese a todo ello y más que nunca, este es el momento de llevar a cabo
nuestro balance personal para determinar en qué punto de nuestro desarrollo nos
encontramos, que grado de aceptación hemos desarrollado y en qué punto se sitúa
nuestro compromiso para seguir adelante, en pos de nuestros objetivos
personales.
La
propuesta de balance del VIVIR CONSTRUCTIVO está enfocada a contrarrestar la
tendencia a sobrevalorar nuestra propia autoestima haciéndonos conscientes de
la enorme deuda vital que tenemos acumulada sin que seamos demasiado conscientes
de ella.
El
cálculo es muy sencillo y sólo consta de tres apartados: lo que hemos RECIBIDO,
lo que hemos DADO y los PROBLEMAS Y MOLESTIAS que hemos causado.
No;
las molestias que los otros, las circunstancias o el “destino” nos hayan podido
ocasionar no se contabilizan. No estaría mal que tuviéramos derecho a
cobrárnoslas; pero ocurre que esas incidencias son las condiciones del
escenario de nuestro existir; forman parte de nuestro propio camino y lo que
nosotros tenemos que valorar es lo bien o lo mal que hemos respondido a esas
vicisitudes.
Por
emplear una metáfora viajera, si uno está haciendo el Camino de Santiago y en
un albergue le roban la cartera, o se tuerce un tobillo mientras camina a causa
de una piedra mal colocada, eso no le da derecho a robar a otro peregrino ni a
destrozar el sendero como desquite por el contratiempo sufrido. Y por supuesto,
ninguna de las incidencias tiene que suponer necesariamente la renuncia a
nuestro proyectado viaje.
Ciertamente,
siempre podríamos utilizar cualquier incidencia como una excusa para volvernos
atrás de un proyecto complicado; pero sólo se trataría de subterfugios para
justificarnos, no de impedimentos insalvables para alcanzar nuestras metas.
Y,
así, en nuestro balance personal podemos contabilizar este año de pandemia como
un capítulo de pérdidas y descalabros o como una oportunidad de mejora
personal. En todo caso, el balance del VIVIR CONSTRUCTIVO se nos hace más
necesario que nunca para no terminar desbordados por las circunstancias porque,
pese a todo, si realizamos bien el cálculo, saldremos más deudores de la vida
que perjudicados por esta crisis epidemiológica.
LO
QUE HE RECIBIDO (de personas, de objetos, de energías…)
Pensemos
en lo que, desinteresadamente nos han dado nuestros familiares, nuestros amigos
y vecinos. No sólo en el plano material sino en “intangibles” como afecto,
compañía, atención, consuelo… Pero no en abstracto, sino especificando
situaciones y detalles concretos.
Identifiquemos
lo recibido de personas simplemente “conocidas”, con las que no tengamos un
trato íntimo ni de familiaridad, pero a las que sí conocemos “de vista”
(camareros, cajeras, empleados de limpieza…) detalles de amabilidad, buen
servicio, atención… Concretemos momentos específicos y acciones puntuales.
¿Seremos
capaces de imaginar lo que hemos recibido de personas “desconocidas”, aquellas
de cuya existencia no tenemos noticia pero que, sin embargo, contribuyen a
facilitarnos la vida (el conductor del autobús, el cultivador de las verduras
que comemos, el transportista de los bienes que consumimos, el obrero que ha
materializado nuestro teléfono móvil, el operario del taller de confección que
ha elaborado la ropa que llevamos…)?
¿Y
no seremos capaces, también, de reconocer algún pequeño detalle por parte de
aquellas personas con las que no simpatizamos? ¿Algún gesto de rectitud hacia
nosotros? ¿Algún pequeño favor de esos que a ellas “no les supone ninguna molestia”
hacérnoslo?
También
podemos extender nuestro reconocimiento a otros elementos de nuestra vida que,
muchas veces, damos por descontado sin que les prestemos mayor atención. Me
refiero a las fuentes de energía (el aire, el sol, el agua…), animales de
compañía y hasta objetos inanimados (el ordenador, el teléfono móvil, los
calcetines de abrigo…) sin los cuales la vida se nos haría menos amable y más
complicada.
LO
QUE HE DADO
Pensemos
en lo que hemos dado a lo largo del año: ¿Qué he aportado a los “míos”, a mis
allegados? ¿Y a aquellos con quienes sólo tengo un trato comercial o con los
que me cruzo en la calle? ¿He facilitado la maniobra del coche que quería salir
del garaje? ¿He verbalizado mi agradecimiento a quien me ha aportado alguna
pequeña cosa? ¿He sido escrupuloso en el uso de la mascarilla y en las normas
de higienes en los lugares públicos? ¿Me responsabilizo de no malgastar agua,
de no ensuciar la ciudad, de cuidar las cosas que utilizo?
LOS
PROBLEMAS Y MOLESTIAS QUE HE CAUSADO
¿Me
he retrasado en mis citas? ¿He aparcado estorbando a los demás? ¿He criticado a
otros que estaban ausentes?
… … …
Hagamos
un balance serio y extenso para determinar si no hemos recibido más de lo que
hemos aportado.
Y,
en función de nuestro balance, empecemos a planificar nuestro proyecto de vida
para el tiempo que está por venir.
Por
oscuro que ahora mismo pueda parecernos, en nuestra mano está que sea un tiempo
más amable para todos.
Comentarios
Publicar un comentario