Hemos
decidido empezar el nuevo año no como “el YO de siempre, que jamás cumple sus
propósitos”, sino como “el YO que soy: realista, consciente de sus limitaciones
y debilidades y decidido a desarrollar nuevos hábitos de vida más
satisfactorios”.
Para
ello, una vez rediseñados nuestros propósitos en términos de HÁBITOS GENERALES Y DURADEROS (comer de forma equilibrada, desarrollar
hábitos de salud que me beneficien a mí y a los míos, potenciar mi formación
continua, etc.) que definan nuestro
nuevo estilo de vida y tras decidir
los eslabones correspondientes a los nuevos comportamientos que queremos
incluir en la cadena de nuestras rutinas cotidianas (“cuando me preparo el
desayuno, echo mano de un lácteo, hidratos de carbono, fruta y algo de aceite
de oliva”; cuando voy a la compra, me centro en frutas, verduras y productos
frescos”; “cuando llego a casa, me ocupo de mis hijos, les ayudo en sus deberes
o juego con ellos”; cuando tengo ganas de fumar, me recuerdo mis razones para
evitarlo, hago varias inspiraciones profundas y me preparo una infusión”; “cuando
subo al coche, pongo un CD con ejercicios de inglés” ...), nuestro primer
cuidado debe consistir en:
ASEGURARNOS EL ÉXITO DESDE EL COMIENZO
El objetivo es DESARROLLAR HÁBITOS; es decir, cadenas de comportamientos que nos orienten en la dirección de nuestros valores vitales (salud, relaciones familiares y sociales, desarrollo personal, servicio a la comunidad…). Por eso, es esencial “acumular” pequeños éxitos que nos permitan construir un “todo” más sólido para ir asentando nuestro comportamiento en bases cada vez más firmes; para que los eslabones de la nueva cadena lleguen a estar sólidamente unidos. Las cigüeñas, ramita a ramita, llegan a construir nidos que pesan cientos de kilos, ¡hasta el punto de amenazar la estabilidad del campanario sobre el que están asentados!
El objetivo es DESARROLLAR HÁBITOS; es decir, cadenas de comportamientos que nos orienten en la dirección de nuestros valores vitales (salud, relaciones familiares y sociales, desarrollo personal, servicio a la comunidad…). Por eso, es esencial “acumular” pequeños éxitos que nos permitan construir un “todo” más sólido para ir asentando nuestro comportamiento en bases cada vez más firmes; para que los eslabones de la nueva cadena lleguen a estar sólidamente unidos. Las cigüeñas, ramita a ramita, llegan a construir nidos que pesan cientos de kilos, ¡hasta el punto de amenazar la estabilidad del campanario sobre el que están asentados!
De
este modo, nos aseguraremos de comenzar implementando nuevos comportamientos en
los que no sea posible el fracaso. Por ejemplo, si nuestro objetivo es “desarrollar
hábitos de salud que me beneficien a mí y a los míos…”, tal vez el primer paso
mínimo que tengamos que plantearnos –en caso de que, en el momento actual,
seamos unas personas muy abandonadas, con un importante sobrepeso y sin la menor
rutina de ejercicio físico- sea: “caminar 100 pasos por el pasillo de casa
cuando hay anuncios en la tele”. En el caso de que nos estemos planteando dejar
de fumar pero no confiemos demasiado en nuestras fuerzas, podemos plantearnos,
en principio, algo así como retrasar medio minuto (o un minuto, si nos sentimos
con ánimos) el encendido del cigarrillo que nos está apeteciendo fumar . En
todo caso, cada cual debe calibrar sus objetivos a partir del punto más débil de su realidad personal y no
plantearse “saltos” demasiado arriesgados que puedan concluir en fracaso. Es
mejor asegurar la colocación del primer palito en el “nido” que no provocar el derrumbamiento de toda la
obra por querer correr demasiado.
Los
japoneses denominan KAIZEN a este programa de mejoramiento mínimo y sostenido y, gracias a ese principio, han
levantado una gran economía a partir de las ruinas de su país tras la II Guerra
Mundial. La idea del Kaizen, en realidad, surgió en USA; luego se trasplantó a
Japón y, de allí, nuevamente, volvió a los Estados Unidos con retoques
orientales y se está aplicando con gran éxito en el mundo empresarial.
El
mejor sistema para asegurarnos de que nos mantenemos fieles a nuestro programa
de cambios mínimos y continuos mediante los cuales vamos a asegurar los nuevos
eslabones de nuestros hábitos más adecuados consistirá en:
DARSE RECOMPENSAS
Por
lo general, la recompensa más inmediata es la satisfacción interna por el pequeño logro conseguido: la
satisfacción tras una comida a base de sopa de verduras, una ración de
proteínas (pescado, huevos o carne) acompañada de ensalada fresca y una fruta o
un yogur de postre suele ser muy superior a la sensación de saciedad tras una
comida con exceso de grasas, alcohol y pastelería. Si, además, añadimos a eso
unos “golpecitos mentales” en nuestra espalda y una “frase interior” de ánimo (“¡Bien hecho!”, “¡Lo estás haciendo bien!”,
“¡Adelante, sigue así!”), habremos rematado la faena. Para los seres humanos –niños
incluidos- la recompensa íntima suele ser mucho más efectiva que cualquier
premio material. De ese modo, el propio reconocimiento agradecido y entusiasta
de nuestros pequeños avances será la mejor soldadura de esos nuevos eslabones que
vamos incorporando a nuestra cadena comportamental.
Además
de todas estas consideraciones de que nos centremos en el desarrollo de HÁBITOS
GENERALES Y DURADEROS, que –en principio- nos centremos en CAMBIOS PEQUEÑOS Y
CON ALTA PROBABILIDAD DE ÉXITO y que nos animemos a seguir adelante mediante
RECOMPENSAS INTRÍNSECAS, es importante también:
CENTRARSE EN EL DESARROLLO DEL PROGRAMA NO
EN EL “PLAZO DE ENTREGA”
El
objetivo final de cualquier cambio serio que nos propongamos, aunque sea
mediante pasos mínimos, es darle un
sentido a nuestra vida, a nuestros actos y a nuestros propósitos. Ya sé que
son palabras mayores, pero los seres humanos somos así, trascendentes, aunque la mayoría de los sistemas actuales de
psicología se empeñen en estudiar sólo los mecanismos de comportamiento que
compartimos con los restantes seres vivos. Por eso, tenemos que tener en cuenta
que la “felicidad” no la vamos a alcanzar cuando hayamos conseguido unos
abdominales de “tableta de chocolate” que sean la admiración de los demás usuarios
de la piscina y ya está. No; la felicidad, más bien, empezaremos a intuirla
cuando seamos capaces de echar la vista atrás y empecemos a ver un sendero
trazado –por corto o humilde que sea- del que nos sintamos orgullosos.
La “prueba
del algodón” de cualquier objetivo que nos propongamos, siempre debe ser la
aplicación de la pregunta: ¿Y para qué quiero eso?, ¿en qué me beneficia a mí,
a los míos, a mi entorno y a la humanidad? Y, en la respuesta, naturalmente, deberíamos
procurar incluir consideraciones de servicio a los demás, de armonía con la
naturaleza, de integración con la totalidad del universo (te recomiendo que
revises la entrada de este blog del 30 de Noviembre de 2015: “Ordenar la casa”
sobre “niveles de desarrollo personal").
Entonces,
de lo que se trata es de ir acumulando pequeños logros que vayan consolidando
el HÁBITO GENERAL Y CONTINUO que queremos desarrollar: “estoy comiendo de
manera variada y saludable; por lo tanto, estoy contribuyendo a mi salud, doy
buen ejemplo a los míos, les facilito la incorporación de hábitos saludables,
estoy en armonía con la naturaleza…”
No
hay “plazo de entrega” para nuestra mejora personal. Si pretendemos
imponérnoslo, casi siempre será porque nos urge estar “mejor que los demás”,
porque nos imaginamos que, una vez conseguida la meta, ya está todo hecho y no
hay que seguir trabajando en mantener el logro o por cualquier otra razón alienante. Son razones alienantes porque se basan en algo distinto a nosotros mismos: la opinión de los demás, la liberación de seguir trabajando en el logro de nuestros propósitos, etc. Pero lo que tenemos que buscar
son razones integradoras que nos conduzcan a lo alto de la escala del desarrollo personal mediante nuestra acción personal, el encuentro con los demás y la integración con el todo. Por eso, nuestro
compromiso de mejora personal dura el tiempo que dure nuestro camino vital. Es
decir, la “entrega” se hace “en bloque”, al final. Y la constatación -o no- de que estamos trabajando en conformar ese "bloque" es lo que puede darnos
serenidad o inquietud a lo largo de todo elcamino.
Seguiremos aun, desmenuzando algunas cuestiones que no se suelen abordar en las publicaciones tradicionales con consejos de Año Nuevo al estilo de "hágalo Vd. mismo" o "Cierre los ojos y sea feliz"
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