En lengua gallega, utilizamos la palabra "último" para referirnos a lo "más reciente" o a lo "último hasta el momento" mientras que reservamos la palabra "derradeiro" para significar el punto final y definitivo de algo ("derradeiras verbas": las últimas palabras).
Acabo de recibir de la Editorial Desclée de Brouwer mi nuevo libro, que he escrito estando ya jubilado de mis funciones de orientador educativo -y de psicólogo, en general- y, echándole un vistazo, me pregunto si se trata del "último" o del "derradeiro" libro que he escrito.
La jubilación tiene un extraño componente afectivo: unas gotas de nostalgia por el empuje que fue necesario para desbrozar el camino profesional, una buena dosis de madurez obtenida a lo largo de todo el proceso de la obra realizada, una gran parte de calma por la etapa exenta de obligaciones en la que uno se asienta en el presente y una cierta porción de algo que casi se parece a la sabiduría, en la consideración de cómo se podrían haber hecho mejor las cosas.
Supongo que todo ese compuesto debe ser el punto de partida para la siguiente reencarnación. Yo, mientras no me llegue, pienso seguir "activo" a mi manera en el campo de la psicología y en el de la educación.
Pero, por hablar de mi libro, como diría Francisco Umbral, lo veo como el conjunto de técnicas y actitudes que me hubiera gustado transmitir a quien me haya sustituido en mi puesto de orientador en mi entrañable instituto, como la serie de consejos que me hubiera gustado dejarles a los alumnos que no llegaron a pasar por mi despacho porque yo lo dejé antes de llegar a serles necesario, como la reflexión que me hubiera gustado haber hecho al principio de mi trabajo como orientador educativo para haberme evitado tantos disgustos y tropiezos.
En definitiva, tengo en la manos mi nuevo libro, ¿el último? ¿o derradeiro?
Acabo de recibir de la Editorial Desclée de Brouwer mi nuevo libro, que he escrito estando ya jubilado de mis funciones de orientador educativo -y de psicólogo, en general- y, echándole un vistazo, me pregunto si se trata del "último" o del "derradeiro" libro que he escrito.
La jubilación tiene un extraño componente afectivo: unas gotas de nostalgia por el empuje que fue necesario para desbrozar el camino profesional, una buena dosis de madurez obtenida a lo largo de todo el proceso de la obra realizada, una gran parte de calma por la etapa exenta de obligaciones en la que uno se asienta en el presente y una cierta porción de algo que casi se parece a la sabiduría, en la consideración de cómo se podrían haber hecho mejor las cosas.
Supongo que todo ese compuesto debe ser el punto de partida para la siguiente reencarnación. Yo, mientras no me llegue, pienso seguir "activo" a mi manera en el campo de la psicología y en el de la educación.
Pero, por hablar de mi libro, como diría Francisco Umbral, lo veo como el conjunto de técnicas y actitudes que me hubiera gustado transmitir a quien me haya sustituido en mi puesto de orientador en mi entrañable instituto, como la serie de consejos que me hubiera gustado dejarles a los alumnos que no llegaron a pasar por mi despacho porque yo lo dejé antes de llegar a serles necesario, como la reflexión que me hubiera gustado haber hecho al principio de mi trabajo como orientador educativo para haberme evitado tantos disgustos y tropiezos.
En definitiva, tengo en la manos mi nuevo libro, ¿el último? ¿o derradeiro?
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