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RECLUSIÓN PROACTIVA


Abundando en todas las propuestas basadas en la SENSATEZ y el SENTIDO COMÚN, aporto algunas ideas –basadas en la Psicología de Aceptación y Compromiso y en el Vivir Constructivo- para convertir nuestra reclusión forzosa frente al covid-19 en una EXPERIENCIA POSITIVA de REAFIRMACIÓN y CRECIMIENTO PERSONAL:

A)     ASPECTOS TEÓRICOS
-          La clave del equilibrio emocional, en cualquier situación imaginable, estriba en la ACCIÓN. La acción nos sitúa en el presente, diluye la ansiedad, nos aporta la satisfacción del cumplimiento de los objetivos (grandes o pequeños) alcanzados y nos brinda una sensación de PROTAGONISMO que mantiene a raya nuestras tendencias depresivas.

-          Acción implica ACTIVIDAD: limitarse a ver TV conlleva una fuerte carga de pasividad (la pantalla nos lo da todo hecho: imágenes, sonidos, efectos…). La lectura supone un mayor grado de actividad (tenemos que imaginar  -“construir”- activamente la escena que se nos ofrece en las palabras impresas. Esto no quiere decir que, a las dosis adecuadas, la TV no nos resulte también útil.

-          La actividad más deseable es aquella que resulta CONSTRUCTIVA, creativa, generadora de algún tipo de cambio para mejor en nosotros mismos o en nuestro entorno.

-          Una acción realmente constructiva surge como respuesta a la pregunta: “EN ESTA SITUACIÓN, ¿QUÉ SE NECESITA HACER?”. Esta pregunta debería formularse en referencia a diferentes “escenarios” cotidianos que, forzosamente, deben ir desde situaciones muy concretas y limitadas a entornos más amplios y abstractos. Por ejemplo: Ante la situación de pandemia, ¿qué debo hacer?: Quedarme en casa. Una vez en casa, ¿qué debo hacer?: Extremar la higiene personal y de mi entorno. Para mantener limpio mi entorno, ¿qué debo hacer?: Lavarme las manos cada vez que vuelva a casa de la compra, utilizar productos de limpieza adecuados... Para combatir el aburrimiento o la soledad, ¿qué debo hacer?: Mantener contacto telefónico o vía internet con mis allegados… etc. En resumen, la pregunta “¿QUÉ SE NECESITA HACER?” debería convertirse en una especie de guía a la que recurrir con frecuencia a lo largo de la jornada para asegurarnos de que cada día que pasemos en confinamiento ha sido un tiempo valioso en el que hemos desarrollado nuestra vida según nuestro propio sentido existencial.

B)     PROPUESTAS PRÁCTICAS: ¿QUÉ SE NECESITA HACER?

-          Empezando por lo más inmediato: cuidado de la casa. Limpieza y orden en todas las dependencias, como si esperáramos una visita importante (nuestro hábitat doméstico es el reflejo más directo de lo que somos). Toda la familia se puede implicar en la tarea. Podemos ensayar a desarrollar una mentalidad “Naikan”, propia del “Vivir Constructivo” agradeciendo a cada elemento que limpiemos o que ordenemos el servicio que nos presta continuamente sin que nosotros lo hayamos apreciado hasta el momento. Planificación y elaboración de la comida; con implicación, también, de todos los miembros de la familia en función de las posibilidades de cada uno. Se puede desarrollar igualmente la mentalidad Naikan agradeciendo mentalmente su contribución a todas las personas que hacen posible que tengamos esos alimentos; desde los cultivadores a los transportistas, vendedores…

-          Atención a nuestro entorno socio-familiar: contacto telefónico o vía internet con familiares y amigos. Interesarnos por su estado, sus necesidades, sus dudas, sus proyectos. Recordar todo lo que hemos recibido de cada uno de ellos así como las posibles molestias y trastornos que les hayamos ocasionado.

-          Desarrollo de nuestra actividad laboral si la estamos ejerciendo desde casa. Proyectos de mejora laboral o personal (preparación de oposiciones si fuera el caso, retomar estudios que hayamos descuidado –idiomas…-, iniciar nuevos proyectos de mejora profesional o personal)

-          Ejercicio de nuestros hobbies y aficiones. El tiempo de reclusión puede ser un momento ideal para disfrutar de las aficiones que no podemos atender normalmente en nuestro frenesí diario habitual. Podemos iniciar a los niños en algún tipo de actividad considerada “desestresante” (las viejas labores de calceta o ganchillo…). No olvidemos que nuestro objetivo es asumir el PROTAGONISMO de nuestra vida, no limitarnos a aguardar a que “ocurra algo” que nos “haga sentir bien”.

-          Actividad física. Desde recorrer el pasillo durante un buen rato (se pueden llegar a caminar unos 10 Km. al día si uno se lo propone) hasta seguir las directrices de expertos en ejercicio en situaciones de confinamiento que se pueden encontrar en internet.

-          Lectura: Es tiempo de “descubrir” obras interesantes. ¿Por qué no volver a los clásicos? (El Decamerón se desarrolla en un marco de reclusión frente a la peste). En todo caso, seleccionar las obras que nos interesen personalmente.

-          Atención a los afectados. En la medida de lo posible y con las precauciones necesarias, podemos tratar de contagiarles el sentido de protagonismo (sobre todo, referido a autocuidado) que nosotros procuramos desarrollar. En este ámbito, espero que algún sanitario complete las instrucciones concretas que yo no puedo aportar.

-          Programación. Para un desarrollo eficaz de cuantas iniciativas se nos puedan ocurrir con el fin de enriquecer nuestro confinamiento, conviene elaborar un horario que nos sirva de guía (cuándo comprar, cuándo leer, cuándo ver TV…). Los niños podrían organizar su jornada en función de su horario de clases habitual; los mayores deberíamos confeccionar un horario concreto –revisable- en el que se especifique cada una de las actividades a desarrollar cada día.  

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