“Con talento, se nace o no se nace”. “A mí no se me dan bien
las manualidades”. “Lo mío no es la cocina”… Estas son algunas frases
corrientes, de carácter negativo, que marcan límites precisos. Son como señales
de STOP que impiden el desarrollo personal. Y, lo malo, es que están tan
integradas en la cultura popular que se tienen como verdades absolutas que
nadie se atreve a cuestionar.
Son una muestra de lo que se llama “mentalidad fija”; un
conjunto de meras creencias que, al no ponerse a prueba, limitan nuestras
posibilidades impidiéndonos adquirir nuevas habilidades o conocimientos nuevos.
Es algo parecido a cuando la gente se creía que la Tierra era
plana o que el sol giraba en torno a la Tierra.
Pero existe también una “mentalidad de crecimiento” que abre
nuevas posibilidades, invita a explorar alternativas, acepta los contratiempos
como lecciones de experiencia y nos lleva a desarrollarnos continuamente.
La mentalidad de crecimiento, en lugar de mirar con temor al
propio historial de fracasos, nos invita a mirar con confianza hacia fuera,
hacia las posibilidades que nos ofrecen los demás y nuestras circunstancias.
La mentalidad de crecimiento se mueve con el combustible de
planteamientos tales como: “¿De qué otra manera puedo intentarlo?”, “¿qué
necesito aprender para hacer esto?”, “¿a quién le puedo pedir consejo?”, “¿cómo
puedo mejorarlo?”
Con mentalidad de crecimiento, Colón descubrió América,
Edison inventó la lámpara incandescente, Jenner elaboró la vacuna de la
viruela, los actores con discapacidad de “Campeones” nos regalaron una gran
película y un montón de mentalidades de crecimiento anónimas nos han
proporcionado los ordenadores, Internet y los teléfonos móviles.
Por eso, no digas nunca más: “yo no soy capaz de…” Lánzate a
conquistar territorios nuevos.
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