Su depresión se había cronificado hasta el punto de convertirse en una segunda naturaleza para él, en su más distintiva marca de personalidad. Vivía recluido en su cuarto, en un mundo de penumbra y silencio, esperando el milagro de la nueva farmacopea que pudiera ofrecerle la sustancia que su mente necesitaba para liberarse de las brumas que la atenazaban. Día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto, cavando más y más hondo en el pozo de su desesperación. Primero, había sido el cierre de la empresa. Lo había pillado tan de sorpresa que ni siquiera supo cómo reaccionar. Fue entonces cuando, por consejo de sus allegados, recurrió por primera vez a su psiquiatra en busca de algún remedio que le ayudara a salir de aquel hoyo sin fondo en el que se estaba dejando caer. “Depresión grave”, le habían diagnosticado y así comenzó su etapa medicalizada. Pero todo continuó igual. Periódicamente, una marca comercial nueva sustituía a la anterior medicación que había mostra...
Narraciones sobre el SENTIDO DE LA VIDA