Ir al contenido principal

LO ALTA QUE ESTÁ LA CUMBRE

Nunca midas la altura de una montaña hasta haber alcanzado su cima. Entonces, comprobarás lo pequeña que era.

El trabajo, la casa, atender a los niños, hacer la compra, preparar la comida… De pronto, todo se nos vuelve una montaña a la que tenemos que subir cada día.

De vez en cuando, el reto parece más difícil: Un enfermedad, un disgusto, una contrariedad importante.

Y la montaña nos parece enorme desde abajo.

Lo que tenemos que hacer, entonces, es iniciar la subida, paso a paso, centrándonos solamente en HACER LO QUE ES NECESARIO HACER EN CADA MOMENTO.

Una tarea tras otra, un paso tras otro.

A veces, el desánimo nos sale al paso: pensamientos derrotistas (Es inútil. No tiene sentido. No voy a conseguirlo).

Consultamos nuestra hoja de ruta: ¿Qué es lo que necesitaría hacer ahora? ¿Qué paso tendría que dar? ¿En qué dirección?

Un paso, solo uno.

Hacemos el esfuerzo de adelantar un pie primero, luego el otro, y, de pronto, el camino nos parece menos penoso.

Miramos hacia arriba y la cima está más cerca.

¿Qué necesito hacer ahora? ¿Y ahora? ¿Y ahora?

Un paso. Sólo un paso cada vez.

Y la cima va estando más cerca. Y nosotros nos vamos sintiendo más fuertes.

La montaña sólo parece inalcanzable cuando permanecemos inmóviles, sin dar un solo paso.

A medida que caminamos, comprendemos que el camino no es nuestra carga sino nuestro privilegio.


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

TE VAS HACIENDO MAYOR (aunque no lo quieras ver)

  En realidad, envejecemos desde que nacemos. Desde la primera bocanada de aire.  ¿Ese aire "puro, vivificante", al que siempre se recurre para las sesiones de meditación y relajación?  Sí, ese, ese mismo. Ese aire pleno de oxígeno que nos oxida lentamente. Pero el aire nos infunde vida... Y nos acerca a la muerte, que también forma parte de la naturaleza. ¿O es que no has oído hablar del YIN y el YANG, el principio de la eterna transformación por el que se rige el universo? Nada existe sin su complemento, que está dentro de sí mismo. Nada existe en estado de quietud. Me dejas de piedra. Las piedras tal vez sean los objetos materiales que cambian más lentamente. Pero en ellas también se cumplen las leyes del YIN y el YANG. ¿De dónde crees que procede la fina arena de las playas? ¿Y la sal diluida en el agua del mar? Entonces, no me queda más remedio que aceptar que me voy haciendo viejo... Es una manera de verlo. Pero yo te invitaría a que, mejor que "aceptarlo", ap...

CÍRCULOS VICIOSOS DE LA INACCIÓN

  Mira este diagrama. Es mi felicitación de Navidad. Es una reflexión sobre bloqueos mentales y renuncias a llevar a cabo tareas y proyectos. Hay muchas cosas que no sé hacer.  Pero estoy aprendido a hacer algunas. Hay faenas que me llevan mucho tiempo. Otras no acaban de salirme bien y tengo que repetirlas.  Algunas me desesperan. A veces, me dan ganas de dejarlo todo y dedicarme sólo a lo que ya sé hacer. Pero eso sería limitar mi creatividad a un puñado de actividades. Entonces, recuerdo cuando era niño y no sabía atarme los zapatos. O cuando, al escribir, confundía la b con la d y la p con la q, o hacía el 5 con la barriga al revés. Con el tiempo, aprendí a hacer nudos marineros y también conseguí escribir algunas cosas publicables.  Por eso, cuando me enfrento a algo que no acaba de salirme bien, me acuerdo del diagrama del CÍRCULO VICIOSO DE LA INACCIÓN y me esfuerzo en romperlo. Ya se sabe: al principio, uno no sabe que no sabe; es la INCOMPETENCIA INCONSCIENT...

LA MOCHILA DEL PENSADOR (Cuento filosófico de Año Nuevo)

  ¿Quién eres? ¿Quién soy? ¿Quiénes somos? Sí. Todos tenemos nuestra identificación legal, estamos censados en alguna parte, Hacienda controla nuestras cuentas y "la nube" parece saber otras muchas cosas de nosotros; de nuestras correrías, nuestras peripecias y nuestras andanzas.  ¡Pues parece que estamos perfectamente identificados! Pero bueno, todos esos datos (nombre, domicilio, profesión, ingresos, filias, fobias, aficiones, planes, deseos, recuerdos, etc.) no son "nosotros". Ni siquiera el Dr. Frankenstein ensamblando todo ese entramado de detalles y vivencias conseguiría articular el "YO" que, esencialmente, somos. Porque todas esas cosas -y muchas más- sólo son nuestra tarjeta de visita, la fachada con la que nos presentamos a los demás (¡y hasta a nosotros mismos!). Pero no son la "esencia" de nuestro "YO". Pues, a lo mejor, eso es porque, en realidad no hay tal cosa como una "esencia del YO". O, tal vez, lo que ocurre...