Le gustó a primera vista porque no se comportaba ni actuaba como un coach convencional. No usaba términos tales como zona de confort ni proactividad; simplemente hablaba de la conveniencia de intentar cosas nueva ess y de las ventajas de anticipar los resultados de cada acción u omisión. Tampoco vendía la magia de ninguna técnica y, además, se declaraba contrario a cualquier práctica que se asemejara a un ritual al que se le pudiera atribuir el mérito de un resultado. La filosofía del programa de entrenamiento era muy directa: los resultados dependen de la acción; toda acción efectiva es la materialización de una convicción personal.
No; su estilo no era nada convencional y, por otra parte, sus tarifas eran de lo más razonable: el propio cliente fijaba el precio de los servicios recibidos en función de su satisfacción con los resultados. Eso, más que ninguna otra consideración, fue lo que lo animó a contratar los servicios del consejero (coach era otro término proscrito) para intentar encontrar una salida a la situación de estancamiento personal en la que se debatía últimamente.
Así pues, no le extrañó demasiado que, en la primera sesión, el consejero le pidiera que, en lugar de cerrar los ojos para divagar en fantasías, los mantuviera bien abiertos para centrarse en la realidad de su entorno: prioridades que atender, hábitos de acción que desarrollar, primer objetivo que establecer...
Ese fue el punto clave. No se le ocurría ningún objetivo concreto y, por eso, tuvo que recurrir a uno de los términos proscritos por el consejero:
- Lo que quiero conseguir es EMPODERAMIENTO personal.
El consejero miró un instante a su cliente y, luego, paseó su mirada por las estanterías repletas de libros de autoayuda.
- Tantos libros en tu biblioteca... Me pregunto: ¿Los posees o TE POSEEN?
A continuación, consejero y cliente fueron recorriendo todas las dependencias del inmueble mientras el consejero dejaba caer una y otra vez su pregunta:
- Y todas estas cosas, ¿las posees o te poseen?
Finalmente, la enseñanza de aquella primera sesión se materializó en la máxima que formuló el consejero:
- El trabajo de buscar, acumular y preservar cosas por "estar a la altura" o mantener una imagen sólo genera preocupación y fatiga. Cuanto más acumulamos, más nos sobrecargamos. Aprende la diferencia entre NECESIDAD y redundancia. Consume con prudencia. Un consumidor nunca es rey; más bien es esclavo.
De ese modo, el hombre comprendió que, en realidad, pretender "comprar" EMPODERAMIENTO no nos lo otorga, sino que nos lo arrebata.
Por eso, tomó la decisión de contratar a aquel incómodo consejero que, en lugar de respuestas hacia preguntas y sembraba inquietudes.
Gracias Ramiro
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