Dispersión.
Era el gran enemigo. Mi mayor enemigo: Libros a medio leer, artículos inacabados, proyectos nebulosos que se pierden en la inexistencia.
Y disfrazaba todo ese caos con el engaño de una falsa "creatividad", de una supuesta "multiplicidad de intereses", de un interesante "pensamiento divergente".
Pero no había más que humo y volubilidad. Nada se materializaba en realizaciones concretas. Sólo ensoñaciones, tiempo malgastado. Lo que me llevaba a nuevas ensoñaciones, a nuevos proyectos que sustituía por proyectos nuevos apenas estaban esbozados. Y, por lo tanto, a más desengaños y frustración con lo que el círculo vicioso volvía a completarse.
Durante muchos años pensé que sería una cuestión de "carácter", o un rasgo de mi "personalidad" que me impulsaba a esa inconstancia dispersa.
Y me embarqué en cursos sobre "crecimiento y desarrollo personal" en busca de la "técnica" que me permitiera superar mis hábitos de inconstancia y dispersión.
Hasta que descubrí que "carácter" y "personalidad" sólo son dos palabras (no dos realidades) que se utilizan para describir aquello que se suele hacer.
Hasta que el "gran maestro" me hizo ver que la magia de todo cambio no depende de rituales ni de supuestas iluminaciones sino que estriba en la ACCIÓN y que ésta siempre va acompañada de la tensión del esfuerzo por alcanzar meta.
Que la meta no viene marcada por un "destino oculto que es preciso descubrir para alcanzar la realización personal, sino que ha de ser una meta libremente elegida en función de los valores propios.
Porque cada cual se labra su destino personal según su esfuerzo por lograr las metas que están en consonancia con sus valores vitales.
Y, así, para empezar a romper mis hábitos de dispersión, empecé por practicar el EJERCICIO Nº 1:
Mi VALOR VITAL: La CONSTANCIA
Mi META: Realizar tareas sencillas hasta el final, sin cambiar de actividad
EJERCICIO Nº1: OBSERVAR LAS INFILTRACIONES DE LA MENTE
- Centrar la atención en un objeto. Pensar sólo en el objeto durante 5 minutos. Al notar la deriva del pensamiento, volver al objeto de atención.
Los pensamientos surgirán aunque intentemos dirigirlos, lo mismo que los sentimientos. De lo que se trata es perseverar en el objeto de atención durante 5 minutos.
Aunque surja el pensamiento de que hay otras cosas más urgentes que hacer. Sólo 5 minutos.
Aunque la incomodidad de la inacción nos lleve plantearnos que el ejercicio no es más que una tontería. Sólo 5 minutos.
No porque se trate de un "ejercicio mágico" ni porque esa especie de meditación vaya a tener un efecto espectacular sobre nuestra voluntad.
Sólo porque nosotros decidimos hacerlo. Sin más explicación.
Porque somos los que decidimos sobre cada ACCIÓN de nuestra vida.
Dicen que por un clavo se perdió una herradura, por una herradura se perdió un caballo, por un caballo se perdió un rey, por un rey se perdió una batalla, por una batalla se perdió un reino... El EJERCICIO Nº 1 no es más que el pequeño clavo que puede asegurar una conducta que consolide un hábito que fortalezca un carácter que sea capaz de forjar un destino...
Por cierto,el "gran maestro" no es otro que la reflexión personal a la luz del sentido común.
Coraje!
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