Cuando Ohrim se levantó de su lecho ya llevaba el sol un buen rato alumbrando en lo alto del cielo. Las abejas rebuscaban entre las flores mientras las aves acuáticas atendían a sus nidadas o se procuraban la comida a lo largo del río. La naturaleza entera parecía haber dejado atrás al perezoso que empezó a experimentar un vago sentimiento de culpa por haber malgastado las primeras horas de la jornada en sus ensueños estériles. El maestro, enfaenado en la construcción de un sencillo cobertizo de cañas, alzó un instante la mirada para saludar a su discípulo. - ¿Alguna preocupación, hijo mío? - Me siento mal por haber cedido a mi pereza perdiéndome lo que ha debido ser un hermoso amanecer. - Pero, ¿no has disfrutado de tu sueño mañanero? - Eso creía,...
Narraciones sobre el SENTIDO DE LA VIDA