Le gustó a primera vista porque no se comportaba ni actuaba como un coach convencional. No usaba términos tales como zona de confort ni proactividad ; simplemente hablaba de la conveniencia de intentar cosas nueva ess y de las ventajas de anticipar los resultados de cada acción u omisión. Tampoco vendía la magia de ninguna técnica y, además, se declaraba contrario a cualquier práctica que se asemejara a un ritual al que se le pudiera atribuir el mérito de un resultado. La filosofía del programa de entrenamiento era muy directa: los resultados dependen de la acción; toda acción efectiva es la materialización de una convicción personal. No; su estilo no era nada convencional y, por otra parte, sus tarifas eran de lo más razonable: el propio cliente fijaba el precio de los servicios recibidos en función de su satisfacción con los resultados. Eso, más que ninguna otra consideración, fue lo que lo animó a contratar los servicios del consejero ( coach era otro tér...
Narraciones sobre el SENTIDO DE LA VIDA